Enero da comienzo a un nuevo año. Un tiempo en el que nos adentramos como
exploradores en lo desconocido. Nueva tierra inexplorada que andaremos y
fotografiaremos para este blog. Enero nos enfrenta al futuro.
Los primeros días de esta nueva andadura los he pasado en mi tierra
natal: el campo de Gibraltar. Los días fueron apacibles, soleados, casi
primaverales. Caminando por el puerto pesquero de Puente Mayorga, como cuando
era niña, me encontré con estas grandes aves de azabache. De negro, brillan
como si fueran esculturas a la luz del sol.
Los cormoranes son aves marinas, aunque también se han asentado en ríos y
embalses. Son en realidad aves pescadoras, eficientes, magníficas buceadoras,
espectaculares. En Puente Mayorga son invernantes. Se les distingue de otros
cormoranes por poseer la garganta blanquecina y la base de la mandíbula inferior de color
amarillo anaranjado.
Por las mañanas los veo en los pontones, posados al sol. Pero siempre hay
algunos ejemplares de pesca. Cuando están en el agua no parecen tan grandes
como realmente son. Es porque mantienen tres cuartas partes del cuerpo bajo el
agua. Se zambullen por largo rato y salen por aquí y por allá saciados con su
pesca.
Mientras unos cuantos cormoranes tomaban el sol, dos de ellos pescaban y
buceaban cerca del puerto. Algunos pescadores estaban saliendo a la mar,
mientras estos pescadores alados ya saciaban su apetito. Después de desayunar
estuve un buen rato viéndolos desde el muelle y tomando las fotos que ilustran
esta entrada para el nuevo año.
Flechas de azabache, entre cielo y mar, inundados de azul.
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