jueves, 25 de febrero de 2016

El canto de la primavera: jilgueros (Carduelis carduelis)



Una de las aves más emblemáticas de Andalucía inunda estos días, con su canto, los carriles de arena. Se extiende más allá, a los trigales, a los olivares. Posado en los cardos secos, en los arbustos, en los charcos que se han formado tras los días de lluvia. Por todas partes, ahí están, los jilgueros.


Comienza el cortejo en estos primeros días de la primavera y su canto se hace más potente, más presente por los campos de Utrera.


Los jilgueros se distinguen con facilidad de otros Passeriformes. Sus colores son tan vistosos que hasta en vuelo pueden identificarse sin dificultad. En la cabeza tienen manchas blancas y negras enmarcando una brillante careta roja. Dos amplias bandas alares amarillas resaltan entre tonos negros de sus alas  y hacen a esta ave aún más hermosa.


La especie habita todo el Mediterráneo y se extiende más allá por Asia hasta Mongolia. Por el sur está presente en  buena parte del norte de África y también se extiende hacia el norte por la mayor parte de los países de Europa.


En la península Ibérica hay poblaciones sendentarias y migradoras. Los jilgueros que emigran cruzan el mediterráneo y pasan el invierno en el norte de África.


Vive en hábitats muy variados, sobre todo campestres, aunque también en pueblos y ciudades. No se caracteriza por ser un ave urbana, pero por ejemplo, en la ciudad de Sevilla pueden oírse cantar por las avenidas arboladas (entre las jacarandas) y también está presente en numerosos jardines y parques urbanos. Por estas tierras resiste las altas temperaturas sin problemas.


En cuanto a su alimentación es un ave granívora y suele vivir en grupos más o menos grandes. Las bandadas del final del verano son las más vistosas, pues en ella se reagrupan todas las aves jóvenes que han sido criadas a largo de los cálidos días veraniegos. Pero para eso todavía queda mucho. En estos días comienza el cortejo y su potente canto se oye por todas partes. Las imágenes que he tomado nos muestran a diversos ejemplares que revoloteaban por el carril del arena, cerca de un trigal que lucía el brillante verde de estos días claroscuros (de nubes por las que se cuela un rayo de sol).