jueves, 7 de julio de 2016

Buitres leonados en el trigal



El verano comenzó tarde y no tan caluroso como otros años. Ha habido días nublados, tormentas y mientras tanto, las cosechadoras han estado trabajando, recogiendo el trigo, colocándolo en filas de cuadrados repartidas geométricamente por los campos. 

Salí en bicicleta más bien tarde, la mañana estaba muy avanzada, casi al mediodía. Era un día nublado y me encontré con las cosechadoras, como monstruos destructores, removiendo el trigal. Convertían el trigo en una especie de humo anaranjado, parecía que estaban incendiando el campo. A su paso deben de quedar muchos animales muertos, sobre todo los nidos y las crías de aves y conejos, supongo, aplastadas o trituradas. 


Las aves carroñeras lo saben, y también otras rapaces. Se arremolinan en torno a las cosechadoras y se lanzan al suelo tras su paso en busca de su alimento. Paré la bici en el carril y estuve un rato haciéndoles fotos. Uno de los buitres sintió curiosidad por mí y se acercó a sobrevolarme, por ello pude sacarlo muy bien, estaba muy cerca. Su sombra me pasó, su enorme sombra. Son seres enormes, la anchura de sus alas, las envergadura de las mismas los convierte en aves de vuelo majestuoso, imponente. 


Tienen mala fama, pues anuncian la muerte. Allá donde están ellos, allá donde se posan hay un cadáver. Pero su labor es imprescindible para la salud de los ecosistemas.


El buitre leonado (Gyps fulvus) es una rapaz de hábitos carroñeros de enorme tamaño. La envergadura de sus alas es de 2,5 metros y puede pesar hasta 9 kilos. Es más bien un ave silenciosa y son bastante longevos. Se distribuyen por casi todo el mundo, habiendo diversas subespecies. Los buitres de la península ibérica suponen el 80 % de la población Europea.


Actualmente se enfrenta a muchos peligros: el envenenamiento masivo en los campos, la nueva legislación sobre el tratamiento de cadáveres y restos del ganado doméstico, el impacto del uso del diclofenaco en el ganado que resulta tóxico en los buitres y que ha causado ya la muerte de muchos buitres en Asia, los tendidos eléctricos, parques eólicos, etc.




Aun así continúa sobrevolando nuestros campos, aprovechando el trabajo de las cosechadoras, persistiendo, sobreviviendo. Pasando majestuosamente ante mi cámara en estos días tormentosos del verano que comienza. 


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