El verano comenzó tarde y no tan
caluroso como otros años. Ha habido días nublados, tormentas y mientras tanto,
las cosechadoras han estado trabajando, recogiendo el trigo, colocándolo en
filas de cuadrados repartidas geométricamente por los campos.
Salí en bicicleta más bien tarde,
la mañana estaba muy avanzada, casi al mediodía. Era un día nublado y me
encontré con las cosechadoras, como monstruos destructores, removiendo el trigal.
Convertían el trigo en una especie de humo anaranjado, parecía que estaban
incendiando el campo. A su paso deben de quedar muchos animales muertos, sobre
todo los nidos y las crías de aves y conejos, supongo, aplastadas o trituradas.
Las aves carroñeras lo saben, y
también otras rapaces. Se arremolinan en torno a las cosechadoras y se lanzan
al suelo tras su paso en busca de su alimento. Paré la bici en el carril y
estuve un rato haciéndoles fotos. Uno de los buitres sintió curiosidad por mí y
se acercó a sobrevolarme, por ello pude sacarlo muy bien, estaba muy cerca. Su
sombra me pasó, su enorme sombra. Son seres enormes, la anchura de sus alas, las
envergadura de las mismas los convierte en aves de vuelo majestuoso,
imponente.
Tienen mala fama, pues anuncian
la muerte. Allá donde están ellos, allá donde se posan hay un cadáver. Pero su
labor es imprescindible para la salud de los ecosistemas.
El buitre leonado (Gyps fulvus)
es una rapaz de hábitos carroñeros de enorme tamaño. La envergadura de sus alas
es de 2,5 metros y puede pesar hasta 9 kilos. Es más bien un ave silenciosa y
son bastante longevos. Se distribuyen por casi todo el mundo, habiendo diversas
subespecies. Los buitres de la península ibérica suponen el 80 % de la
población Europea.
Actualmente se enfrenta a muchos
peligros: el envenenamiento masivo en los campos, la nueva legislación sobre el
tratamiento de cadáveres y restos del ganado doméstico, el impacto del uso del
diclofenaco en el ganado que resulta tóxico en los buitres y que ha causado ya
la muerte de muchos buitres en Asia, los tendidos eléctricos, parques eólicos,
etc.
Aun así continúa sobrevolando
nuestros campos, aprovechando el trabajo de las cosechadoras, persistiendo,
sobreviviendo. Pasando majestuosamente ante mi cámara en estos días tormentosos
del verano que comienza.
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