En mi viaje a las cumbres, entre las brumas, en el deshielo, muchos fueron los reptiles con los que me topé. Aunque el más espectacular fue indudablemente el lagarto ocelado de la subespecie nevandensis al que está dedicada la anterior entrada al blog, quizás el más numeroso, el omnipresente fue la largartija colilarga.
En la alta montaña (hasta los 2300 m.), en el pueblo de Trevélez, abajo en el río, poblando todo el paisaje, como las semillas voladoras de los chopos, atravesando el valle.
La primavera estaba ya avanzada, anunciando el verano y las largartijas bien despiertas del letargo invernal, asomaban el perfil de las cálidas rocas recalentadas por el sol.
La lagartija colilarga (Psammodromus algirus) habita casi toda de la península ibérica, expentuando la costa cantábrica en donde no se encuentra. Es bastante grande para ser una lagartija, destaca por las escamas puntiagudas, dos líneas dorsolaterales bastante marcadas y la cola larga a la que debe su nombre.
Al parecer, existen dos clados o taxones, uno occidental y otro oriental que se distribuye por el SE peninsular. Estas que fotografié pertenecen al taxon oriental y por ello los machos presentan una coloración menos marcada en el celo. Debemos apuntar que durante el celo a los machos la garganta se les vuelve rojiza.
En la tranquilidad de la mañana, a pesar de las nieblas pasajeras, las largartijas colilargas aprovechaban para relacionarse, comer y recalentarse en las rocas. Con sus paisajes despido esta entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario