domingo, 16 de abril de 2023

La bella atracción: Ophrys speculum

 


Una vida entera y en esto se resume todo:

belleza y terror. 

Mary Oliver, La escritura indómita



La naturaleza, este mundo que habitamos, es una totalidad. Engloba la maternidad y la muerte, la belleza y la fealdad, lo terrible y lo admirable. Los seres que lo habitamos somos hálitos breves, respiraciones, dibujos en el aire, ahora tangibles (de barro y agua), ahora fantasmas (compost, cenizas, germen quizás, así nos gusta creer, deseamos creer).


La primavera ha llegado a la Sierra de Grazalema, pero de forma inusual me parece. Porque no he andado mucho tiempo por estos montes y carezco de la perspectiva histórica necesaria para asegurarlo. Pero es la zona de España con más alta pluviometría y en estos días que he pisado la sierra estaba todo seco. No ha caído una gota en semanas y hacía un calor más propio del verano que de la primavera. Aún así, al impulso de la vida primaveral han florecido las herbáceas, los lirios, los espinos, los gamones y las orquídeas. 



Sabía que había orquídeas por Andalucía y había visto fotos. A pesar de haber realizado algunas salidas en su búsqueda no conseguí dar con ellas. Sin proponérmelo y habiéndolas olvidado, ellas mismas se manifestaron. Muchas especies distintas de orquídeas florecían por la sierra de Grazalema estos días, cinco especies he identificado de entre las que me fui encontrando. Un espectáculo inesperado que me depararon estos paseos serranos. 


En la península ibérica todas las especies de orquídeas son terrestres (no las hay epífitas, ni trepadoras). Son plantas perennes, pero en la estación no favorable alguna de ellas subsisten de forma subterránea y por eso no son visibles todo el año. Los tallos aéreos crecen verticalmente y terminan en inflorescencia. Las flores son muy características. 



Las semillas de las orquídeas carecen de endosperma o tejido nutritivo, con lo cual para germinar requieren de agentes externos que aporten nutrientes al embrión. Estos agentes externos son hongos. Realmente en cada momento de su vida la planta desarrolla diversas relaciones con diferentes especies de hongos. 



La especie a la que dedico la entrada, la protagonista de este encuentro es
Ophrys speculum. Una planta muy peculiar, con una flor que imita el abdomen de una avispa. El mecanismo de polinización de esta orquídea consiste en lo que podríamos denominar “engaño sexual”. El macho de la avispa Dasyscolia ciliata se siente atraído a la flor que imita el abdomen de la avispa y además desprende las feromonas de la hembra en celo.


Todo un alarde de sincronización, de complicidad entre planta e insecto. Apenas entendemos cómo se han fraguado las complejas relaciones entre los seres que habitan esta tierra. La bella atracción de una flor para un insecto que la hará germinar allende su territorio, creyendo que procrea para sí mismo, para su especie, (quizás había que eliminar el creyendo porque una avispa no cree nada) se convierte en agente de dispersión de otros seres, unos que durante el invierno laten bajo tierra ajenos a la superficie y que ahora, en estos días primaverales, extienden sus tallos sobre la tierra y abren sus flores para realizar una llamada confusa a la avispa que intenta procrear y multiplicarse sobre la tierra.