"A veces, en una mañana
de verano, tras mi baño de costumbre, me sentaba en el umbral soleado desde el
amanecer hasta el mediodía, absorto en una ensoñación, entre pinos, nogales y
zumaques, en una soledad y calma perfectas, mientras los pájaros cantaban y
revoloteaban sin ruido en torno a la casa, hasta que la entrada del sol por la
ventana que da al oeste, o el sonido del carro de algún viajero en la lejana
carretera, me traían de nuevo al presente. En aquellos momentos crecía como el
maíz en la noche, y su resultado era mejor que el de cualquier trabajo manual.
No era un tiempo descontado de mi vida, sino una aportación realizada a mi
renta habitual”.
Walden H. D. Thoreau
Nuevos paisajes de
arena y mar, de azules, de viento y nubes, han llegado a mi vida. Atrás han
quedado el trigo verde y el puro brillo solar de la campiña utrerana. En mi
exploración de las tierras conileñas, en la comarca de la Janda, estas son las
primeras aves que me encuentro en mis paseos. Ahora caminando porque todavía no
tengo la bicicleta por aquí.
Los correlimos son los
dueños de las arenas. Estos que he fotografiado son muy numerosos por estas
fechas en la zona. Se trata de correlimos tridáctilos (Calidris alba). En la costa atlántica de la península son comunes
durante el invierno, en breve realizarán un largo viaje hacia las regiones
árticas en donde crían. Es un habitante de las orillas, que corre velozmente
siguiendo los vaivenes de las olas.
El plumaje que exhiben
es el invernal: gris claro. Tienen el pico corto en relación a su pariente el
correlimos común y no presentan pulgar en la pata. En vuelo presenta bandas
longitudinales pálidas en ambas alas. Los estuve viendo volar pero no me
salieron bien enfocadas las fotos, son muy rápidos y es difícil predecir en qué
dirección van a volar. Uno de los ejemplares tiene los tonos un poco menos
grises y más crema, eso es porque es un ave joven.
Como decía crían en torno
al ártico y el norte de Asia, pero pasan el invierno en zonas mucho más al sur.
De hecho es una de las aves que viaja más largas distancias. En España podemos
encontrarlos en la costa atlántica de Galicia y de Andalucía, en el
mediterráneo es muy raro aunque hay un enclave en torno al delta del Ebro.
Se alimenta de
insectos, pequeños invertebrados y crustáceos. Estos ejemplares que fotografié
estaban todo el rato excavando en el limo probablemente rico en alimentos y no
les importó gran cosa mi presencia. El ejemplar joven miró curioso a la cámara
porque oyó el sonido del disparador pero luego siguió a lo suyo, concentrado en
el limo del fondo de una salobre charca entre la orilla y las dunas.
El camino que escogí
pasa por la torre de Castilnovo que fue hasta donde llegué. El paseo es muy
bonito, por detrás de las dunas costeras, hay una especie de lago salobre
alimentado por las mareas y esa es la zona por la que andaban los correlimos.
Desde allí el pueblo de Conil de la Frontera presentaba una hermosa vista
blanca y brillante.