“Sed un Colón para continentes y
mundos nuevos y enteros dentro de vosotros mismos, abriendo nuevos canales, no
para el comercio, sino para el pensamiento. Todo hombre es el señor de un reino
a cuyo lado el imperio terrestre del Zar es un dominio insignificante, una loma
dejada atrás por el hielo”. Walden, H.
D. Thoreau.
Este octubre nos han visitado ya
las primeras lluvias. Tras meses de cielo azul brillante, las nubes se
han abierto paso con los días más cortos y una nueva floración, la otoñal, ha
comenzado. De nuevo el verde inunda las veredas y nuevas aves visitan la campiña
utrerana.
Esta entrada no está dedicada a
una especie migratoria, no obstante. Porque en la naturaleza los encuentros son
caprichosos. Y la verdad tampoco es un encuentro en mitad del campo, sino en un
parque. A decir verdad muy poco hay en el blog sobre las aves urbanas, esas
aves cotidianas con las que convivimos día a día.
Todos los días paseo por un
parque cerca de casa y siempre sigo con la mirada a los mirlos. Allá entre las
sombras, bajo los arbustos, ave más de suelo que de cielo, que se mueve a saltitos fugaz
entre las matas, pero que ya no se asusta de las personas, aves acostumbradas a
los paseantes. Y nunca llevo la cámara con lo cual nunca las fotografío. El
otro día, como había llovido y los campos estarían llenos de barro, me decidí a
llevar la cámara al parque y allí conseguí las instantáneas de este mirlo que
curioso se asomaba entre los palmitos a mirar la cámara.
El mirlo común (Turdus merula) es un ave grandota.
Negros los machos y pardas las hembras. Este de las imágenes es un macho, se
caracteriza por el color negro y el pico y los anillos oculares amarillos. La
hembra es marrón oscura, el anillo ocular y el pico son pardos. En vuelo es un
ave ágil, pero es raro verlos a gran altura, generalmente sus vuelos son bajos
entre matorrales, en donde desarrollan su vida. Su canto es muy bonito y
melódico, aunque tiene muchos reclamos distintos.
Es un ave residente, que no
realiza migración y que vive toda su vida en el mismo lugar. Habita toda la
península ibérica, por ello es un ave muy frecuente de encontrar. Se alimenta
de insectos y lombrices, y también a veces de algunos frutos estacionales.
Anida en las ramas bajas de los arbustos siempre cerca del suelo. En la
primavera es frecuente ver a los jóvenes mirlos correr dando saltos entre los
arbustos. No es una especie amenazada ni se enfrenta a problemas en su hábitat.
Es una ave cotidiana, acostumbrada a la presencia humana, que desarrolla su
vida en parques y jardines, pero también es frecuente en el campo, en la
dehesa, allá donde va se adecúa al entorno.
Hay una gran belleza en lo
cotidiano, aunque a veces estamos tan acostumbrados y acostumbradas a ver lo
mismo, lo de siempre, que nos cuesta admirarla. Hay que aprender a ver un poco
desde fuera, por eso es tan importante viajar y volver con otra mirada.