Dedico esta entrada a una
vivista muy especial, que tenía muchas ganas de hacer. Se trata de un
recorrido por el bajo Guadalquivir, cerca de su desembocadura.
Desde Lebrija hasta Trebujena
existe una carretera (en muy mal estado) que discurre paralela al río que se
ensancha en una inmensa llanura, tornando sus aguas a oscuras (como marrones),
y aumentando la fuerza de sus corrientes, ya influenciado por las mareas
marinas, ya casi inmerso en ellas.
Parecían bastantes peligrosas sus
aguas movidas, su caudal enorme, su potencia imparable, implacable ante su
encuentro con la mar.
Me sorprendió bastante la fuerza
del río a estas alturas, pues lo había visto a su paso por Córdoba, también en
Sevilla, pero se había ido canalizando a su paso por estas tierras. Todo su
caudal unido en un mismo camino es un espectáculo tremendo.
Como es de suponer, a las orillas
de tan magno río los seres se multiplican, y más a finales de la primavera,
cuando las aves migratorias están ya asentadas y criando. Había cigüeñas por
todas partes, alimentando a sus inagotables pollos. Pero hubo un ave que antes
nunca había tenido el placer de ver e incluso oír y a ella quiero dedicar la
entrada.
Se trata del Martinete común
(Nycticorax nicticorax), esquiva garza de hábitos nocturnos cuyo canto suena
parecido al del cuervo. De ahí su nombre científico: Nicticorax significa
cuervo nocturno.
A pesar de que era mediodía, pude
ver muchos martinetes por el río. En la sombría orilla entre las numerosas
ramas encontré un ejemplar al que pude fotografiar desde bastante cerca. En vez
de volar, al verme, metió la cabeza detrás de una rama, y creyéndose así
escondido se quedó inmóvil, como una estatua, mirándome de soslayo de vez en
cuando.
Realicé unas cuantas fotos y allí
lo dejé, en su torpe escondite, con la cabeza oculta tras la rama.
Otros volaban de una orilla a la
otra y los fotografié surcando las aguas del río.
El martinete, es un tipo de garza
que tiene prácticamente una distribución mundial (creo que hay que exceptuar
Australia). En la península ibérica es una especie mayoritariamente estival
(entre marzo y octubre). Pasa el invierno por el África tropical.
Su alimentación es muy variada,
desde insectos, pequeños invertebrados, peces, cangrejos, etc. Su técnica de
caza consiste en quedarse muy quieto en una rama baja esperando a que pase
alguna presa y cuando esto ocurre con un rápido movimiento del cuello la
atrapa.
Junto con las imágenes de los
martinetes, como en otras ocasiones, introduzco algunas de los paisajes que
habita, allá en el bajo Guadalquivir, junto a la fuerza imparable de sus
movidas aguas. Espero que sepan expresar la alegría de tan magnífico encuentro.