Comienza el otoño y con él las
primeras lluvias vienen a refrescar los campos secos, arados ya muchos de
ellos, a la espera del trigo invernal.
Tras varios días de pastizal
ardiente y humaredas en el horizonte han llegado las primeras lluvias. Aprovechando
que todo estaba mojado decidí acercarme al embalse de la Torre del Águila, cerca
del Palmar de Troya. Buscaba aves migratorias que hubieran hecho un alto en su
ruta para resguardarse en estos días lluviosos. Me encontré con muchos
papamoscas cerrojillos, pero como en fotografía de animales nunca se puede
predecir nada, las mejores fotografías las realicé a unas abubillas que pasan
allí todo el año.
Desde hace tiempo veo abubillas
en mis paseos en bicicleta. Como bien apunta el título de esta entrada son aves
inconfundibles. La cabeza y la mitad anterior del cuerpo es de color ocre
anaranjado y la mitad posterior tiene listas blancas y negras. Pero lo que la
hace más espectacular es la enorme cresta anaranjada, con las puntas negras que
suele desplegar al posarse o cuando están inquietas (también en el cortejo).
Su vuelo ondulante las hace
fácilmente identificables y el canto que emiten (u-pu-pu-pu) es tan
característico que el nombre científico de la especie (Upupa) resulta una
onomatopeya del mismo. No obstante el nombre científico completo es Upupa
epops.
En realidad las abubillas son
aves migratorias transaharianas pero en Andalucía son residentes. Según los
censos realizados por SEO/BirdLife la población de abubillas de España es la
más numerosa de Europa. Aun así, no son tan fáciles de ver. No les gustan
demasiado los núcleos urbanos. En mis salidas en bici las veo seguir a los
rebaños de ovejas o cabras principalmente, y aunque son muy curiosas y se
acercan a la bicicleta, en cuanto me detengo, echan a volar.
En el embalse volaban de un lado
a otro, entre los árboles y el campo arado colindante, bajo la Torre del Águila.
Allí permanecieron un rato más o menos cerca del camino desde el cual pude
realizar este reportaje con el que inauguro el otoño.