martes, 11 de agosto de 2015

Troglodytes en el huerto

En mi huerta de verano, entre tomateras, berenjenas, pimientos y calabacines apareció un habitante inesperado. Primero detectamos el nido entre las vigas del porche, sobre la barbacoa. No parecía habitado, de hecho nunca detecté ningún pájaro en su interior. Aunque mis hermanos me decían que por las mañanas un ave pequeña entraba y salía de él.


Pensé que no habría pollos, pues jamás hicieron ruido alguno y en la barbacoa no había restos de cacas ni de nada que indicara que anduviese pájaro alguno en el interior de aquel extraño nido globoso, elaborado de diversos materiales y con una única entrada pequeña y redondeada. 


No obstante, una tarde, de pronto salieron de allí tres pollos ya crecidos y un ejemplar adulto. Salieron para no volver al nido. Los pollos ya estaban volantones y debieron de dormir por la huerta. Se quedaron varios días por allí, aprendiendo a volar y cazar correctamente. Tras esos días desaparecieron. Quizás se ocultaron en la enmarañada maleza del arroyo que hay junto a la huerta, pero yo no los he vuelto a ver.






Pude seguir sus andanzas y fotografiar en estos días a tan huidizas aves, un regalo añadido a las verduras de la huerta de verano.



Era una familia de Troglodytes troglodytes, más conocidos con el nombre común de chochines. De pequeño tamaño, estos insectívoros estrictos, se alimentaron vorazmente de la multitud de insectos de la huerta (pues intentamos que sea lo más ecológica posible y no usamos insecticidas). Es una especie que habita buena parte de Europa y de África. En la península ibérica se la considera residente. Tienen un tamaño muy pequeño, la cabeza voluminosa y la cola corta. El color es pardo y su camuflaje perfecto. Sobre el ojo tienen una ceja de color crema bastante vistosa. Cuando se ven amenazados levantan la cola en un ángulo de 90 grados y después salen volando para desaparecer entre la maleza. Conseguí una foto con esa postura bastante característica y gracias a la cual identifiqué la especie.


El canto de estas aves es muy alto y sonoro pero no los oí cantar. Tan sólo pude oir día tras día un reclamo que sonaba parecido a un chasquido: Cherrr.



No es mucho más lo que he podido averiguar sobre estas aves que me regalaron tan grato reportaje fotográfico. Les deseo mucha suerte en sus andanzas a tan jóvenes seres que se criaron en mi huerta y desde ella salieron al mundo.