miércoles, 18 de octubre de 2017

Anuncio del otoño: collalba gris



“Si los pájaros y las flores me hubieran sopesado según sus propios criterios, no me habrían hallado falto” Henry David Thoreau, Walden.



En estos días de comienzos de octubre he estado leyendo Walden, un texto magnífico escrito por Henry David Thoreau, un estadounidense que vivió entre los años 1817 y 1862. Era todo un pensador y se lo clasifica entre los autores trascendentalistas. En este libro he encontrado muchas conexiones entre sus vivencias en los bosques y las vivencias a la que intento acercaros con el blog. Durante dos años Thoreau vivió en una cabaña en los bosques de Walden y allí, en su experimento de vida, despertó a la naturaleza de los bosques que no era más que a su propia naturaleza. Ha sido tan fuerte la conexión que he decidido, durante un tiempo, que las entradas al blog irán precedidas de algunas citas de su libro.

Aunque este año el otoño parece resistirse a llegar, pues estamos en octubre y seguimos con temperaturas que diariamente pasan de los 30 grados, la naturaleza de las estaciones no espera y algunas aves invernales ya están por aquí, las estivales se fueron y las cebollas albarranas (Drimia maritima), a pesar de no haber llovido, florecen por doquier, como un milagro.


Salgo poco en bicicleta estos días, pues continua haciendo mucho calor y todos los campos están arados; hay poca sombra en los caminos y ni una sola nube en el cielo. No obstante a pesar el peso del sol me decidí a dar una vuelta y cuál fue mi sorpresa al descubrir a esta visitante.

La collalba gris (Oenanthe oenanthe) no es un ave muy común por estas tierras. Pero ahora puede verse un gran número de ellas por los caminos o posadas en los cables de luz.  Se trata de una especie estival en España, que habita la mitad norte de la península sobre todo. En la zona sur parece que habita zonas montañosas, pero estamos en el paso postnupcial que tiene lugar entre septiembre y noviembre. Es una migrante transahariana y por esas tierras pasará el invierno. Así que están de paso por la campiña utrerana.


Es un ave con el diseño de la cola muy característico. Los machos tienen el dorso gris azulado, las alas negras, la zona inferior ocre y el antifaz negro. En las hembras los tonos están mucho más matizados y casi no tienen antifaz. El ejemplar que he fotografiado es una hembra. Estaba posada en el cable de la luz. Habían otros ejemplares dando saltos por el carril a mi paso con la bicicleta, pero no me era posible fotografiarlos. Se camuflan bastante bien en los campos arados.

Fotografié también a las cebollas albarranas que estaban en flor y daban la única nota de color a estos campos ocres del otoño. 



 A pesar de los días calurosos una serie de cambios imperceptibles para las personas no atentas, están ahí, anunciando la nueva estación. Sólo hay que tener ojos para ver.




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