jueves, 13 de noviembre de 2014

Tarabillas en lo más alto de la mata



En noviembre los campos están arados, en barbecho, a la espera de que pasen las fiestas, los fríos invernales y aclare el sol de febrero. Todo es más bien gris, por lo nublado del cielo que oscurece la tierra y al carril de arena. 

En los bordes del carril han quedado algunas matas, los palmitos, ramas secas: matorrales. No hay árboles en el carril de arena. A las tarabillas no les importa. Ellas han ocupado los matorrales y posadas desde lo más alto observan a los paseantes.

La Tarabilla europea, Saxocila rubicola, es un ave residente en la península ibérica, pero en estas fechas realiza una migración parcial. Muchas se desplazan a las zonas más sureñas en busca de temperaturas más cálidas. Por eso ahora veo tantos ejemplares en el carril de arena.

La especie presenta dimorfismo sexual, es decir, las hembras y los machos no son iguales. Los machos tienen un colorido más intenso, la cabeza es negra, el pecho anaranjado y poseen el obispillo blanco. 


 En cambio, las hembras son de un color más pardo y están mejor camufladas en los matorrales. 




A las tarabillas les encanta posarse en las zonas más altas de los mismos y desde ahí observar todo lo que ocurre. El reclamo que emiten es muy característico, un chasquido corto y repetido que podría transcribirse como chac-chac-chac-chac.






Paseando por el carril de arena salieron algunas a mi encuentro, desde lo más alto de las matas emitían su reclamo mientras yo las fotografiaba. Primero vi a un macho, su colorido es más vistoso y por eso me resultó más fácil encontrarlo. Pero luego la hembra se posó en un palmito que tenía cerca y en donde pude realizar el resto de las fotos.







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